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“Toda Historia es Historia” | |
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Cuando uno cruza la pampa, se acostumbra a ver las animitas (“capillas” en Argentina) en el borde del camino. Casi todas son obras sencillas. No tienen la ostentación de la bóveda en el cementerio. Están a la medida de la gente común y del entorno natural.
Al vecino le recuerdan el amigo o pariente fallecido en el lugar; al camionero le aseguran un viaje sin desgracias; a todos nos sirven de hitos y paisaje visual. Cada uno se da cuenta – soy un caminante más – la vida es corta – ¡cúidala!
Mientras más remoto el lugar, más evidente el monumento: no por su tamaño, sino por su escasez. Excepto que, a veces, sucede una contraposición inesperada.
Nos explicamos. El año 1961 en Puerto Coyle, provincia de Santa Cruz, falleció el músico salteño Aldo Saravia, fundador del conjunto musical “Los Chalchaleros“: el accidente automovilístico se produjo en un camino de ripio. Allí, en el sitio de la desgracia, se superponen dos corrientes.
Desde lejos se nota lo moderno: estatal, prominente, declamatorio, hecho a la altura de la fama que ganó el grupo a través de los años.
De a pie, se ve el monumento conmemorativo original: popular, sin pretensiones – parece obra de admiradores o de los propios compañeros de viaje. Hoy queda opacado y descuidado, pero no del todo ignorado. Las monedas tiradas en la losa atestiguan una respuesta personalizada y duradera.
Reza así la letra de la zamba que lo acompaña:
“Cuentan los viejos que en las primaveras
repica un bombo por los senderos
el bombo de Aldo Saravia
cantor de los Chalchaleros
en Santa Cruz su sonido quedó
mi tierra le dio su cielo.”
[“Zamba de mi tierra en bombo”, letra y música de Hugo Giménez Agüero]
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